por Claudia Herrera
Cada invierno que regreso al frio, me voy con unas lágrimas rápidas...rápido porque no hay que perder el avión y porque dejo a los míos, de donde vengo…y me voy con los míos, con los que yo estoy haciendo.
Ya en sus puestos y luego de la santiguada mexicana, no dejo de asombrarme de los limites periféricos de mi ciudad...que no existen...de lo gris, de lo junto, de lo surreal que hay en los barrios que viven juntos y con vidas tan diferentes.
Esa ciudad ya sea en un día claro azul o gris, siempre esta resguardada por los majestuosos volcanes que yacen ahí a pesar del tiempo y de sus habitantes.
Esos habitantes que siempre anhelan lo que no tienen (como yo aquí) y que no valoran lo que sí.
Ya que dejas los charcos inmensos de lagunas secas y pasas a ver más el verde y azul de los montes y provincia…te pones a pensar...que ojalá el año entrante esa historia se pueda repetir...que puedas ser parte de esa clase media que quiere sentirse bien con las delicias y servicios de la gente trabajadora, que puedas poder seguir teniendo buenas intenciones con tu cuerpo, con la gente menos afortunada, con tu negocio, con tu vida.
Y en esos planes de enero, volteas y ya se asoma el borde que divide a lo poético e irregular de nuestro país con las hectáreas cuadradas de territorio imperialista. Sabes que no eres de aquí ni de allá, pero te toca subir la escalera para sobrevivir con tu cuerpo...aunque el alma se te envejezca cada año en el que el frio y los recuerdos la curten.
De repente veo una serpiente en el piso...que sigue y sube más al norte junto conmigo... ¿será el Mississippi de Lewis and Clark?, ¿ese vaquero y ese indio que juntos lograron algo por este país?, la globalización alcanzará al corazón del hombre? ¿en qué momento lo árido pasará a lo verde y el día se pondrá rosa y naranja con su velo de tarde? …no importa.
No importa porque cuando el instante me lo permita volveré a bajar junto con esa serpiente a sentirme más fresca, más sucia, más rica, más pobre y amada.
Dicen que el ser humano necesita "necesitar “para estimular su progreso, su supervivencia...y en mi caso, el cuerpo está vivito y el alma….coleando!, en espera de la próxima vez que pueda seguir el camino serpenteante que lleva al Sur!
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