Por Beatriz Chávez
Queti es un ente que me sabotea. Es un ser metiche y envidioso. Yo no lo invité a ser parte de la familia. Me lo encargaron de por vida. No sé, es como un primo jodón, bueno para nada. Pero en fin, me lo tengo que soplar y a aprender a tolerarlo, pero sobre todo, neutralizarlo. Queti tiene que aprender a que la vida es linda y que si yo estoy bien, actúo, fluyo, y estoy feliz, él va a estar también feliz. Como cuando fuimos a Londres, viajamos por Europa y nos la pasamos fenomenal! Él me decía ¡no lo hagas! Y yo le decía “lo tengo que hacer” y le demostraba que sí podía y él se beneficiaba y le encantó todo lo que hicimos por allá. A Queti lo voy a domar y enseñar que calladito se ve más bonito y que si no tiene nada positivo que comentar, que mejor se vaya a dar una vuelta. Me da lástima el pobre porque no tiene a donde ir, no estudió ni nunca ha trabajado... su incompetencia hace que nadie lo quiera contratar y, cuando lo contratan, no dura ni una semana porque se cree muy listo pero no hace nada.
En fin, no sé si algún día encuentre su razón de ser pero por algo me lo enjaretaron; que tome lo mejor de mí, que no me chupe la energía y que algún día pueda ser feliz e independizarse. Eso ya será tarea de él, porque solo él tiene el poder de hacerlo. A mi me toca vivir mi vida y enseñarle que sí se puede. Con mi ejemplo él verá que la vida es bella y que sí se puede disfrutar, sí se puede descubrir nuestra misión en esta vida y ser felices.
Queti vive en mí y yo en él somos uno mismo.
Carta a mi lado oscuro
Comentarios