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Piernas, corazón y mente



Por Ricardo Barraza Gómez


Tu energía se dirige hacia donde pones tu atención, por ello es importante no distraer de tu mente aquello que en verdad vale la pena, de lo contrario experimentarás una dolorosa fuga de felicidad, y una fatiga irreparable.


La gente normalmente busca satisfactores efímeros que responden a estímulos pasajeros que desvían la atención de lo esencial; ello provoca vacíos difíciles de llenar en el corto plazo.


En mi caso, sacrificar algunas actividades que en ciertos momentos me podrían generar un placer social a cambio de un buen entrenamiento o una buena competencia, ha sido un placer del cual no me arrepiento. 


Me explico:

Dedicarse de manera responsable a la práctica de los maratones requiere de un compromiso que debe cumplirse puntualmente a efecto de no defraudar a tus propias convicciones.


Cuando me inscribo a un maratón, sé de antemano que inicia un periodo de enormes sacrificios en el ámbito social, sobretodo.


Debo dejar de lado, fiestas, reuniones, desvelos, alimentos o bebidas que pueden causar malestar o ir en detrimento de mis entrenos. Mi cuerpo y mi cabeza firman un contrato comprometiéndose a cumplir hasta el último renglón en donde aparecen las famosas letras chiquitas.


Tener a estos dos gigantes de mi lado (cuerpo y mente), es una ganancia, ya que el resto es solo el esfuerzo físico, -concentración al máximo-, en donde la fuerza de voluntad hará su parte, y las piernas y el corazón, la suya.


Para realizar un entrenamiento de 25 o 30 kilómetros un sábado o domingo a las seis de la mañana, hay que descansar lo suficiente la noche anterior, además de estar bien hidratado y alimentado, sin excederse para evitar correr pesado. 



Alguna vez un importante maratonista mexicano, me comentó que para que esos 42 kilómetros sean exitosos, el corredor debe llegar bien entrenado, pero sobre todo, bien “terapeado”; es decir, anímicamente en su mejor momento. Evitar cualquier ruido mental que juegue en su contra, depresión, ansiedad, angustia, preocupaciones etc.


Que gran verdad me dejó ese maratonista ganador de varias medallas internacionales.

Y claro que se dice fácil, lo verdaderamente meritorio es cumplirlo y cruzar la meta de esos poco más de 42 kilómetros que forman el maratón. Muchos se inscriben, pocos lo terminan.


Me gusta usar la carrera como analogía de la vida misma; comparto la idea de que estamos inmersos en una carrera que requiere de un entrenamiento para conseguir nuestros objetivos, y se trata de una carrera de resistencia y no de velocidad, en donde cada metro, cada kilómetro que recorremos nos deja una experiencia distinta y enriquecedora, la cual nos motivará a dar el siguiente paso.


La carrera ha logrado reorientar mi esfuerzo y dedicación justo en el momento en el que tengo que tomar alguna decisión importante. Ha sido mi mejor aliada, mi fiel compañera y mi sabia consejera.



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