Por Ricardo Barraza Gómez
Lo que hace diferentes a las personas son sus pasiones. Cada uno de nosotros tenemos gusto y predilección por tal o cual cosa. Algo que nos hace felices, y nos llena de satisfacción al momento de experimentarlo.
Se trata de un motor que enciende la máquina, activa los sentidos, genera adrenalina y, sobretodo, alimenta tu vida y oxigena tu cuerpo. En mi caso, esa pasión se llama correr.
Un día, hace poco más de 35 años de la mano de mi padre, me puse unos tenis y experimenté la sensación de la carrera. No lo recuerdo muy bien, pero creo que fueron menos de 10 minutos y ya estaba agotado. Y no debido a una mala condición, sino a una falta de interés.
Me pareció algo aburrido, no estaba dispuesto a repetir ese ejercicio. La insistencia de mi padre hizo que al día siguiente lo intentara de nuevo y quizá ya no fue tan aburrido, pero no me agradaba del todo.
Pero en cierto momento de esta aventura pasó algo que hasta hoy sigue vigente: mi cuerpo y mi mente se comunicaron, se entendieron, se armonizaron y fue entonces cuando descubrí la combinación perfecta que me llevó a disfrutar la carrera.
Esa comunión entre lo físico y lo espiritual despertó en mi la inquietud por explorar todo aquello que tuviera que ver con la carrera. El primer paso fue tomarlo en serio; soy un convencido de que aquello que no genere un compromiso, será algo efímero, pasajero y anecdótico.
Me acerqué a un coach, trabajé en mi frecuencia cardiaca, en mi técnica de pisada, en mis ejercicios correctivos, investigué respecto a la ropa y tenis adecuados para mis entrenamientos, etc.
Conforme avanzaba en estos temas también fue creciendo el apetito por probarme en una competencia, en una carrera en donde participaran más personas. Lo hice y me encantó. Recuerdo ese momento, cientos de corredores en la calle, moviéndose inquietos, nerviosos, listos para arrancar… fueron apenas 5K.
Salí disparado junto con muchos otros corredores y corredoras, no tenía noción del tiempo ni de la distancia, solo corrí y corrí y corrí detrás de una bola de gente.
Poco más de 35 años después de aquella incursión, he corrido 14 maratones, nacionales e internacionales y más de 10 medios maratones. He tenido 5 entrenadores que me han enseñado muchas cosas sobre esta actividad física; la suma de sus aportaciones me ha llevado a mejorar mi tiempo, mi técnica y mi pasión invaluable por correr.
Cada ocasión que por trabajo o placer viajo a alguna parte siempre cargo con mis tenis, mis shorts y playera cómoda. Recién llego al lugar, pregunto por un sitio en donde pueda correr: así he conocido calles, parques, cimas, gimnasios, bosques, pistas, escuelas, vecindarios y un sinfín de espacios en donde mis piernas y mi mente siguen en comunicación constante para disfrutar de esta pasión que se llama correr
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