“Sé que tu comprendes, porque quizá esa alma, ya ha cruzado varias veces por ese lugar silencioso y obscuro llamado rendición”
Anónimo
Cada cabeza es un mundo, esa complejidad de la sinrazón de la existencia, donde la geografía, historia, tiempo, espacio, la genética, ética, vivencias, cultura y donde hasta los astros, los movimientos lunares y el clima influyen de diversas maneras a unos que otros.
El cuerpo, la mente, el espíritu y el mundo etéreo nos llevan a caminos que el método científico no llega, la lógica pierde ante la evidencia diaria del comportamiento humano.
Lo normal en determinado punto del tiempo y espacio es totalmente comprensible para unos y totalmente anormal para otros en otro tiempo y en otro espacio.
Si para los comunes es difícil explicar el comportamiento colectivo y la razón de la existencia, para los que somos hipersensibles, que sufrimos de variaciones químicas y físicas en el cerebro y que captamos la vida desde una realidad diferente, la situación se complica mucho más.
Si entre los mismos especialistas no se ponen de acuerdo con alguna enfermedad física con evidencia médica, imagínense lo complejo que se vuelve en algo tan subjetivo, abstracto y complejo de descifrar como es la mente y su comportamiento.
Doce años pasaron para que por fin dieran con el diagnóstico correcto y la dosis adecuada para mí; pasé por diversos neurólogos, psiquiatras, psicólogos, chamanes, guías espirituales y medicinas alternativas para encontrar la pieza del rompecabezas que me faltaba, para poder encontrar un equilibrio en la vida. Tres veces se me fueron las cabras al monte con sus respectivas estadías en la casa de la risa para llegar a ese veredicto. Las tres veces, previamente recetados con antidepresivos, veneno puro para un bipolar tipo 1 como yo.
Cuando tienes una condición mental como la mía, tirada a la manía, se ciega la razón. Si la juntas con una tendencia a las adicciones, todo se multiplica exponencialmente. Una adicción es cuando una idea desplaza a cualquier otra idea, juntas son dinamita pura; es como juntar el hambre con las ganas de comer creando un torbellino que destruye todo a su paso.
En el desconocimiento de mi condición, en intento de la estabilización se convirtió en una montaña rusa de emociones y una rueda de la fortuna donde a veces estás en la cima y otra en el suelo. Fue el alcohol, y más tarde las drogas, la forma que encontré para nivelarme; puertas falsas que abrí una y otra vez hasta perderme completamente. Tomé un tren sin boleto de regreso que me llevó, en diferentes veces, a las puertas del infierno, a estar completamente muerto en vida.
El grave problema de la bipolaridad es que, cuando estás arriba, crees que dominas el mundo; tu capacidad mental crece muy por encima del promedio. Tu mente va mucho más rápida que tus palabras y acciones. Tu sensibilidad se potencializa. El litio en el cerebro baja para darle paso a una adrenalina que te hace sentirte invencible. No duermes. Pierdes todo miedo, no tienes dolor, ni frio, ni calor, crees tener la verdad absoluta. Te enojas ante las injusticias de la vida y con quienes opinen diferente a ti.
En las tres veces que estuve hasta la cima, regalé todo mi dinero, en las tres perdí casi todo, en las tres me expuse. En la primera vez ofendí a narcos y poderosos y eso me iba a costar la vida: me llevaron a las vías del tren a las afueras de Guadalajara para terminar mi vía crucis, según sus palabras, porque esa vez yo me creía la reencarnación de Jesús. Vi la bolsa y la pistola para mi tiro de gracia. Algo que escapa a mi comprensión fue que los asusté tanto que salieron despavoridos como si yo fuera el de las armas. En el camino yo les comenté estando esposado, que yo de antemano los perdonaba, pero que iban a quitarle la vida a un ser de luz y ni Dios, ni la santa muerte, a la cual le rendían culto, les perdonarían tal ofensa y que nunca más vivirían tranquilos. Yo expuse todo eso, ante esas personas que nunca debí conocer, exento de todo temor y con la convicción que te da la megalomanía, característica de esta condición.
El problema cuando estás del otro lado es completamente lo contrario, te siente incompetente, no puedes pensar, no sientes empatía por nada, ni pasión alguna… menos amor. Te sientes peor que una mosca aplastada a la pared, te acuerdas de todo, y lo usas como dagas para infringirte más dolor del que ya traes. Después de creerte invencible y dueño de la verdad lo único que deseas es que tu vida se acabe. No en vano uno de los trastornos con mayor índice de suicidios, es la bipolaridad.
Ahora sé que no estoy solo y que con el apoyo y atención necesaria, uno puede darle sentido a la vida y uno puede llegar a sentirse en paz y pleno en esta vida.
“Me he atado a mí mismo,
Con un alambre de púas,
Para dejar que los caballos corran libres,
Jugando con el fuego,
Hasta que el fuego jugo conmigo.
En el momento de rendirme
Doble mis rodillas,
No me di cuenta de las personas que pasaban,
Ni ellos se dieron cuenta de mí,
He estado en un agujero negro,
He estado en el lado oscuro de las estrellas.
Mi cuerpo es el tazón de un mendigo.
Que ruega por regresar,
Que ruega por regresar,
A mi corazón.
Al ritmo de mi alma
Al ritmo de mi inconciencia
Al ritmo que anhela,
Para ser librado de ese control.
Yo iba acelerando en el camino,
Atravesando las vías de un vía crucis,
Cada ojo mirando en otra dirección,
En cuanta regresiva a que pare el control
En el momento de la rendirme
De la visión por encima de la visibilidad”
(Fracciones de la canción Moment of Surrender de U2)
Sitios de interés y ayuda
Centro de Rehabilitación para enfermos alcohólicos “Cottolengo”
Punto de Partida
Centro de Rehabilitación para la mujer Casa Rosa
Trastorno bipolar
Grupo de autoayuda para pacientes bipolares y depresivos. Servicio de Psiquiatría del Hospital del Salvador
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