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El sol sale para todos


Por Ramón Rodrigo

No por mucho madrugar amanece más temprano, todos los días aparece fiel a su cita. A él no le importa si eres rico o pobre, enfermo o sano, drogadicto o súper atleta, alcohólico o abstemio; si eres niño o adulto mayor, eres gay o hetero; si tienes trastorno mental o eres “sano”, blanco, negro, latino o amarillo.


Yo necesito estar en absoluto silencio y soledad, por lo menos una vez al día y un par de días al mes. Es mi escudo protector, lo que me mantiene sereno, es mi tiempo de reflexión, de agradecimiento y, lo mejor, es que me impide olvidar que solo somos gotas en este océano llamado universo.

Elegí ese momento, mi momento de reflexión cada día es media hora antes de que salga “El Güero” y así de paso despido a “Mikaela”, la luna.

Al comenzar a clarear, cada mañana se va pintando de diferentes matices el cielo. Cual artista en un lienzo en blanco, todos los días El Güero pinta diferentes colores. Las nubes juegan un papel primordial en esa variada gama de formas, texturas y colores que van apareciendo.


Si algo bueno ha dejado esta terrible pandemia es que en el horizonte puedes ver a los dos guardianes del valle de México: “Don Goyo con su mujer dormida”. Ellos vigilan silenciosamente el despertar de esta jungla de cemento, acero y cristal que todo devora a su paso.


Esos minutos se convierten a veces en horas, en horas que siento una comunión con la vida. Hay veces que la naturaleza me priva de esos hermosos paisajes o la lluvia impide mi escalada a la azotea, no por ello decae el ánimo de empezar un nuevo día. Es algo que está fuera de mi control, como el comportamiento y los problemas de los demás mortales.

En mi hipersensibilidad, siento todo lo que pasa a mi alrededor; no soy ajeno a la psicosis, histeria, dolor, incertidumbre, miedo y paranoia a los que nos tiene sometido este chingado virus. Si es porque un chino se comió un murciélago mal hervido o fue creado en un laboratorio por mentes perversas, me tiene sin cuidado; el hecho es que cambió nuestro estilo de vida, así que o nos adaptamos aceptando esta realidad o vamos a sufrir.


Al igual que cada amanecer es diferente, hoy tenemos la oportunidad de reinventarnos, de romper las viejas estructuras; sin importar lo que haya pasado ayer, cada día es una nueva oportunidad, por eso se le llama presente.


Yo, que ya estuve muerto en vida, me niego a vivir con miedo; prefiero morir de pie que vivir de rodillas. El coronavirus no me impedirá volar, aunque esté encerrado en un cuarto.

Uno puede pasar del cielo al infierno y del infierno al cielo sentado en una silla en cuestión de minutos, el ego juega sucio - y muy duro- con nuestras mentes, distorsionando nuestras prioridades y necesidades básicas. Tener salud, techo y comida es un lujo que hoy tengo, todo lo demás es vanidad.


Siento una enorme gratitud de estar vivo, puede que el 31 de diciembre haya sido un jueves cualquiera, un día de 24 horas como cualquier otro. A mí me sirve de parámetro. Yo lo utilizo para establecer el valor con el cual trabajaré todo el año. 2020 fue la empatía; 2021, la compasión.


2017 Empecé el año en San Luis Potosí saliendo de 6 meses de rehabilitación.

2018 Empecé el año en el Instituto Nacional de Psiquiatría

2019 Empecé el año en Atlihuayan con mis mejores amigos; después de un año de haber estado encerrado en mi casa en depresión.

2020 Empecé el año en San Miguel de Allende con mi familia

2021 Empecé el año trabajando en Akumal con unos nuevos amigos.

En este cronograma me doy cuenta, siendo consciente, cómo ha cambiado mi vida desde que dejé de consumir drogas y alcohol. De la misma manera, saber que soy bipolar ha sido la pieza fundamental para armar el rompecabezas de lo que era mi vida.


Ahora sé contra quién voy.


Hace 5 años, para mí era impensable acabar el año teniendo mi propio espacio donde puedo dedicarme a crear y cocinar. Este año que comienza, tengo la misma ilusión y pasión por mi profesión como cuando llegué por primera vez al CESSA a estudiar cocina. Pero esta vez con 35 años de experiencia en este ramo y 25 en las cocinas.


Cada día, el sol me recuerda que puedo empezar de nuevo.


“Cámbiate tú y cambiarás el mundo. No porque el mundo en sí cambie, pero cambiarás tu forma de verlo”.


Ramón Rodrigo

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