Por Luis Jasso
Ciertamente, la pandemia de Covid-19 ha obligado a que el mundo tome ciertas medidas de distanciamiento social, pero en el mundo del entretenimiento en vivo, las opciones que han surgido están lejos de ser bien recibidas y sobre todo, de tener un sustento real que permita pensar que de verdad esa será la nueva normalidad.
Esto es, la idea de ir al cine en el coche no es nueva y tiene su encanto. Probablemente algunas obras de teatro podrían funcionar en ese formato. Los conciertos sin embargo son una entidad muy distinta. La música en vivo no sólo se escucha sino que se siente, se comparte, se entiende mejor cuando cada persona decide dónde quiere pararse (excepto obviamente en los espacios con asientos designados), si quiere cantar o no, si quiere una cerveza o no. Es uno de los actos de libertad máxima que hay porque, además, tiene su origen en la decisión individual y autónoma de entretenerse.
El individuo que compra su boleto es libre de hablar, cantar o gritar, lo que en el cine y el teatro no es viable; puede brincar, zapatear, aplaudir, sacudir la cabeza o levantar un puño; en el cine y el teatro no. Un concierto, y en ese contexto da un poco lo mismo el género musical del que se trate, es un acto de libertad con muy pocas reglas restrictivas. Nada tiene de malo la restricción en el contexto cinéfilo o teatral porque tienen su propia estructura cívica (nada más molesto que la gente que habla por teléfono, o que habla en voz alta con su acompañante en un cine o una obra de teatro), pero los conciertos son entidades distintas, son expresiones que requieren de la interacción humana para convertir la actividad en un suceso, y parece un error creer que la experiencia de la música en vivo se puede mimetizar con otras expresiones más cuadradas.
Con todo eso en mente, es perfectamente entendible la idea de hacer un paréntesis mientras el mundo encuentra una vacuna o un tratamiento contra el nuevo coronavirus. Se entiende que existan conciertos con la audiencia dentro de su auto, aunque si se piensa bien, es muy contaminante porque la mayor de las veces, los autos deben estar encendidos para recibir la señal de audio vía alguna frecuencia de radio (FM).
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